La miras y está callada, observa sin decir nada. Sus manos, sus gestos están llenas de dolor, de ese que penetra los huesos. El día del terremoto la casa de material ligero se movía de un lado para otro. Bernardina salió rápido de la vivienda –le tenía pavor a estos movimientos de la tierra-. Su hija de 33 años se quedó acostada, le angustiaban estás situaciones tan estresante, así que decidió quedarse ahí, junto con su sobrina. Su marido agarró a Pablo de 4 años y le exigió que se levantara, ella hizo caso omiso a los gritos de él y siguió en la cama. Bernardina estaba con sus otros 3 hijos en la calle, y decidió subir sola al cerro, sin esperar respuesta de ellos. En el momento que iba subiendo vio como el agua comenzaba a subir por la casas, ya no había tiempo de arrepentimientos, debía seguir hasta arriba.
Cuando ya amaneció y el agua ya había bajado llegó al terreno donde estaba su casa, de eso ya no quedaba nada!!!. Bernardina miró a sus hijos y faltaba uno….nadie dijo nada más, el agua con su fuerza se llevó todo, su hija no alcanzó a subir al segundo piso de la casa de su hermano, como si lo lograron su esposo e hijo. Pablito está triste, el mar se llevo a su mamá. Tiene mucho miedo a los movimientos que se siguen sintiendo en Talcahuano y su pena no tiene solución aparente.
Bernardina sigue mirando, esperando que algo cambie tanto dolor….
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